Energía Callampa.

En estos días; en que se escuchan discusiones referentes a las nuevas monedas para el Transantiago, la falta de energía en el país, la baja en las encuestas de la Presidenta Bachelet y las eternas molestias de las palomas en las calles de Santiago, un hecho igual de alarmante ha ocurrido, con escasa cobertura de prensa: La aprobación de la COREMA a la construcción de una planta de gas de la empresa Metrogas en plena zona residencial de la comuna de Péñalolen.
El acontecimiento resulta grave, por varias razones.
Primero. Si esté se define como un gobierno ciudadano, pareciera que la clase gobernante, no entiende lo que esto significa, ya que las voces de los vecinos (incluida la del Alcalde Orrego) y de expertos en materia de seguridad energética fueron tomadas simplemente como si se tratara de una contagiosa canción de fondo de los Rolling Stones.
Segundo, nuevamente la institucionalidad ambiental queda en tela de juicio. La construcción tuvo luz verde sin realización ni aprobación alguna de un estudio de impacto ambiental.Tampoco se tomo en cuenta que la futura planta de gas estará sobre una zona de alto riesgo en la región metropolitana : La quebrada de San Ramón , que en cualquier momento presente un movimientos de placas, y ni Batman, Don Graff o Superman podrán revertir la situación de una evidente catástrofe natural, que sumando a explosibidad del gas, nos llevara a una sucursal del infierno en Santiago.

Por último, fácil fue para Metrogas, hacer las gestiones para instalar la planta en Peñalolen ( como pudo haber sido en cualquier otro sector del “Gran Santigo”). Estas gestiones se venían barajando desde hace prácticamente una década, pero ahora en tiempos de crisis energética, con el gas en cuentagotas y con nuestra clase política en discusión permanente; los obstáculos por parte del Gobierno eran mínimos, el país requiere energía inmediata y no estudios ni análisis ambientales más duraderos que leer el quijote de la mancha en chino mandarin. En conclusión, esto fue nada más que un muy buen juego de naipes, en los cuales las cartas ya estaban echadas.